El Quebrantahuesos renace, la gran labor de la Fundación Gypaetus

EL QUEBRANTAHUESOS RENACE
Un gran logro y una gran labor detrás de la Fundación Gypaetus la encargada de volver a introducir el Quebrantahuesos en nuestro ecosistema. Un animal muy curioso e imprescindible para completar la cadena trofica del ecosistema, poseen un estómago con un PH muy bajo, cerca del 1, es el que le permite digerir los huesos y, de este hábito, es de donde procede su nombre: quebrantahuesos, ya que, según explica Rafael Arena, presidente de la Fundación Gypaetus, los grandes huesos que no pueden tragarse (algo raro, ya que tienen una boca muy amplia) los cogen, los llevan a una zona rocosa y, desde gran altura, los tiran para que se partan. La Fundación Gypaetus, FG, es una entidad privada y sin ánimo de lucro que desde el año 2000 trabaja por la reintroducción del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en Andalucía desde una perspectiva dinámica e integradora que defiende el papel activo de la población y la cultura rural en la conformación y el mantenimiento de la biodiversidad y el paisaje. La FG dispone de sede en Cazorla en la que se ubican los Dptos. de Dirección, Administración y Coordinación Técnica de Proyectos y el Centro Temático de Especies Amenazadas de la FG. Para recuperarlo, Rafael Arenas señala que primero hubo que hacer muchos estudios de la viabilidad para comprobar si el entorno de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas tenía las condiciones idóneas para poder albergar de 12 a 15 parejas reproductoras. Así como averiguar qué llevó a la especie a desaparecer en un primer momento y si esto se debía al problema del veneno. Por ello, apunta: “La fundación, en colaboración con los cazadores y ganaderos de la zona, lograron reducir el veneno y, por tanto, el programa comenzó a tener el resultado que está teniendo actualmente”. Ante esto, Arenas expone que, en el año 2015, se produjo la primera reproducción en libertad de la que nació un pollo 30 años después de que se diera por desaparecida esta especie en España. Los buenos datos continuaron hasta el 2017, año en el que se establecieron dos parejas que también tuvieron un pollo. Una de las parejas es Tono y Blimunda, que fue la primera que se estableció, y la segunda es Hortelano y Marchena. “Este año, las dos parejas volvieron a sacar un pollo adelante, que todavía están en el nido y aún no han volado, pero pronto darán el salto y lo harán”, subraya Rafael Arenas. Además, el futuro del quebrantahuesos bien parece que toma forma, pues el presidente de la fundación cuenta que tiene otras dos parejas en formación, es decir, que están en un territorio muy concreto. “Son un macho y una hembra que están casi siempre juntos. Así que esperamos que el año que viene podamos dar la noticia de que están emparejados, que han construido su nido y, si hay suerte, alguna noticia más”, añade Arenas. La maduración sexual del quebrantahuesos es uno de los principales problemas que se le presentan a la Fundación Gypaetus para la recuperación de la especie. Esto se debe que este ave tarda entre seis y nueve años en alcanzar la madurez sexual. Sin embargo, Rafael Arenas puntualiza que tienen una hembra de cuatro años y medio que fue capaz de reproducirse con un macho mucho más mayor. “Creemos que es porque no ve ninguna competencia y parece que se ha adelantado un poco”, expone. Los procesos en esta especie son muy largos. Tanto es así, que pollo que haya nacido este año ha de esperar de seis a nueve años para poder formar una pareja y reproducirse. Sin embargo, durante sus primeros años, volará prácticamente por toda la Península Ibérica, lo que supone que estará sujeto a muchas probabilidades de que le ocurra algo. Pero, si consigue superar todas las adversidades, volverá a Cazorla para criar. Esto se debe, principalmente, a la filopatría, “una cuestión en el comportamiento de los animales que hace que vuelvan al entorno donde nacen porque, si ellos nacieron en ese sitio y salieron adelante, reconocen que ese lugar es bueno para criar. Esto no quiere decir que vuelvan al mismo nido, pero sí al entorno”, explica Rafael Arenas. Desde la Federación Andaluza de Pesca Deportiva, todos los pescadores, apoyan completamente este tipo de gestión, con un gran aporte medio ambiental y un esfuerzo incalculable detrás de todo este trabajo junto a una labor con un gran impacto positivo en la naturaleza. Todo esto gracias a personas con un gran afán y desempeñó como Rafael Arenas, Presidente de la Fundación y todo su equipo.  En 1986, el ave se dio por extinguida en la península ibérica. Diez años después se inauguró el primer centro de cría, sigamos adelante. Fuentes: Fundación Gypaetus, Diario Jaen.
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